Según ha informado el citado laboratorio, el descubrimiento puede suponer un paso más hacia una medicina cada vez más personalizada y puede ser un elemento más a tener en cuenta junto con los factores de riesgo a la hora de prescribir un tratamiento más o menos agresivo.
Y es que, explica el Vall d'Hebron, los factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes, el colesterol y el tabaquismo "tienen una importancia capital y no se debe bajar la guardia", pero hay que ir más allá, pues estos factores no explican todos los casos de ictus.
Así, prosigue, la mayoría de estos factores no aclaran el motivo por el que unos pacientes se recuperan mejor y otros peor, por qué unos vuelven a padecer un ictus y otros, no, o la causa que hace que unos enfermos respondan mejor que otros al tratamiento.
La investigación del Vall d'Hebron se ha basado en 135 pacientes que han sufrido un ictus isquémico y que han recibido tratamiento fibrinolítico (t-PA) en las primeras 3 horas post-ictus.
Se les ha hecho un eco-doppler transcranial para confirmar que se ha reinstaurado la circulación en el vaso afectado y también se ha confirmado del mismo modo que ha habido una reoclusión del mismo vaso.
Al estudiar a los pacientes, se ha visto que aquéllos que eran portadores de la variante genética PAI-1 4G/4G tenían un mayor índice de reoclusiones y que éste era el único factor que los diferenciaba de los pacientes que sí respondían al tratamiento.
A la vez, esta variante genética también se asocia a peores resultados funcionales en los 3 meses siguientes a haber sufrido un ictus.