HOY.es.- Francisco de Jesús Valverde Luengo Maestro, medalla de Extremadura. Volcado en la ayuda a los discapacitados intelectuales, sigue como director de un centro de educación especial placentino.
El nacimiento de un hijo cambia la vida a cualquiera. Para el placentino Francisco de Jesús Valverde Luengo, esa afirmación fue especialmente cierta con la llegada al mundo, hace 37 años, de su hija Ana Carolina. La parálisis cerebral de su primogénita ha marcado su trayectoria, personal como profesional, y le ha hecho un corredor de fondo en una sana obsesión: facilitar la vida a los que tienen algún tipo de discapacidad intelectual y hacer que sean personas en toda su extensión. Un objetivo que ahora, dentro de las dificultades, suena más accesible pero que era un auténtico muro insalvable cuando Paco Valverde inició su particular dedicación. A punto de cumplir 66 años, este maestro que aún trabaja en el colegio de educación especial, recibe el premio a su abnegación en forma de medalla de Extremadura.
Bien a través de Placeat, bien con FEAPS, bien con FUTUEX, todas siglas que recuerdan que hay personas incansables en ayuda a los que no lo tienen fácil por discapacidad psíquica, este ciudadano con pinta de abuelo extrañable y pilas constantemente cargadas ha echado horas y horas desde hace décadas y ha hecho visible una realidad que, no hace mucho tiempo, permanecía en la penumbra.
La imagen pública de Valverde está asociada, sobre todo, al mundo de la discapacidad, pero este hombre inquieto, de sonrisa fácil y trato encantador, que charla sin dejar de lado su tono pedagógico, no ha dejado de moverse en otros terrenos. En el ámbito cultural, por ejemplo, al frente de la asociación placentina 'Pedro de Trejo', como miembro de la primera directiva del Ateneo Ciudad de Plasencia o miembro del Consejo Asesor de la Revista de Estudios Extremeños.
Su dinamismo en este mundo es increíble, con otro dato revelador. Durante su estancia de 19 años como maestro en Galisteo, escribió unas 1.500 crónicas rurales para periódicos y en ese pueblo del norte extremeño le estiman tanto que es el cronista oficial de la localidad.
Antes de llegar a Galisteo, empezó a ejercer el magisterio que había aprobado en Cáceres en un colegio del sevillano Polígono de San Pablo, donde estuvo apenas un año. En total, Valverde acumula ya más de 40 años ejerciendo la docencia, una muestra más de su constancia e ilusión por lo que le gusta.
"Es un todoterreno incansable", reflexiona uno de los que más le conocen dentro del colectivo Placeat. "No tengo fatiga por ayudar", resume el propio Valverde, constante deportista que nada a diario, coge la bicicleta y hace rutas senderistas. Lo del deporte - es asiduo a los Juegos del Deporte Especial (JEDES)- no es por vocación.
"Desde que mandaron hidroterapia a mi hija, no falta la natación", admite el placentino que ha presidido, en varias etapas, la federación regional que agrupa a 30 colectivos de discapacitados intelectuales.
"Ahora somos respetados pero antes, no hace mucho, quizás diez años, nos llamaban los de los tontitos. En ese paso ha contribuido muchísimo Paco Valverde. Nunca ha dicho no a hacer kilómetros para asistir a reuniones o representar a los colectivos en los que ha estado", recuerda, con crudeza, un representante cualificado de FEAPS (Federación de Asociaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual de Extremadura).
Francisco Valverde se implicó, desde el inicio, en lograr que las personas con esa limitación no quedaran aisladas de la sociedad. Por ello, su trabajo pasa por la integración social, educativa y laboral. "Mi aspiración, aparte de eso, pasa porque la sociedad valore la validez de esas personas", concluye.
Su último servicio tiene que ver con la Fundación para la Promoción y Apoyo a las Personas con Discapacidad, con sede en Olivenza, entidad que preside desde 2008. Una fundación que, entre sus ocupaciones, está la de "salvaguardar" a las personas con algún tipo de discapacidad intelectual cuando no cuentan con familiares.
Mientras, sigue al frente del centro de educación especial 'Ponce de León', de Plasencia, una referencia en su vida y un placer más que una carga. Se mantiene como director y, "si la salud no falta, espero que por muchos años". Encomiable.
SUS DATOS
Personales: Nació el 3 de septiembre de 1944 en Plasencia. Está casado con Isabel y tiene dos hijas, Ana Carolina, de 37 años, e Isabel, de 30.
Profesión: Cursó estudios en la Escuela de Magisterio de Cáceres. Ha ejercido en Sevilla (Polígono de San Pablo), Galisteo, donde estuvo 19 años y, desde entonces, en el colegio de educación especial Ponce de León de Plasencia. Acumula más de 40 años de trabajo docente.
Labor Social y Cultural: Desde hace más de 30 años se implica en la integración de las personas con dispacidad intelectual. En 1991 preside la Asociación Pro Disminuidos Psíquicos (Placeat). En 1995, preside la federación extremeña de ese tipo de colectivos, a la que vuelve en 2006 al frente de la misma, renombrada como Feaps. Desde 2008 preside la Fundación Tutelar de Extremadura, que tiene como objeto la promoción y apoyo a las personas con discapacidad. Aparte de esa actividad, ha estado vinculado a colectivos culturales. Desde 2005 preside la Asociación 'Pedro de Trejo', de Plasencia y fue miembro del Consejo Asesor de la Revista de Estudios Extremeños.